Una casa no es un hogar
Una casa no es un hogar es la traducción directa de A house is not a home, una canción grabada por primera vez en 1964 por la cantante estadounidense Dionne Warwick y compuesta por el equipo formado por Burt Bacharach y Hal David. Aunque tuvo un éxito relativamente modesto, la pieza ha sido perpetuada por grandes voces como Shirley Bassey, Barbra Streisand o Luther Vandross. El nostálgico tema, que apela a una ausente segunda persona, hace claras referencias a la ausencia del otro y a cómo conformamos nuestro paisaje cotidiano y doméstico a partir de la memoria y los recuerdos que quedan anclados al hogar y a los propios objetos que atesoramos en ellos. En esa canción de poco más de tres minutos, el recurso de la melancolía se transmuta en deseo. No es una melancolía entendida como tendencia permanente a la tristeza, tanto como una nueva afirmación del futuro a partir de los recuerdos; una invocación de aquello que vivimos para que regrese a nuestro lado, en el presente, en un presente casi imposible.
El proyecto expositivo Una casa no es un hogar se ha planteado desde la quietud que propicia un lenguaje pictórico atmosférico y sosegado, y será posible como diálogo a partir de las propuestas de dos pintores de cierta proximidad: Miguel Gómez Losada (Córdoba, 1967) y Joaquín Peña-Toro (Granada, 1974). En ambos tiene lugar un registro pleno de delicadeza y silencios, honesto y absolutamente ausente de histrionismos u ocurrencias contemporáneas. Desde un primer momento, este proyecto se encaró a partir de la filosofía del cara a cara; partiendo de la intimidad de los respectivos códigos, procurar una invisible hilazón que irá de uno a otro artista rescatando nuevas lecturas. Tanto Gómez Losada como Peña-Toro se consideran compañeros de viaje, y han trabajado en esta propuesta en una feliz coincidencia de ritmos plásticos. Algunos de los temas empleados por ellos en sus respectivas trayectorias se han convertido en lugares comunes, como el tratamiento que ambos han hecho, en una actitud romántica, de los lugares de evasión y placer. En esa geografía sentimental, la costa del sol y el verano se han convertido en un remanso al que volver, desde la pintura. Muy ilustrativas resultan al respecto las palabras de Gómez Losada: La distancia es afecto, ensoñación y creencia, donde la nostalgia y la esperanza son el contorno, el lugar más alejado, y pintar, la única práctica posible para verlo.
`Casa familiar´ y `Suite Sinatra´
El argumento central de la exposición ha sido constituido por una selección de piezas procedentes de dos series. Por un lado, la evocadora Casa familiar de Miguel Gómez Losada (2013), concebida como una memoria doméstica que se nutre de los propios recuerdos personales adheridos a los espacios y los objetos. Por otro, la también sugestivaSuite Sinatra de Joaquín Peña-Toro (2010), en la que una estancia de Frank Sinatra en un hotel de Torremolinos sirve de pretexto plástico para construir no-lugares, llegando los objetos figurados en ellos a representar estados de ánimo. En ambos casos las ausencias latentes (uno mismo en otro estadío, los seres queridos, un personaje protagonista de una historia rocambolesca…) consiguen hacer del espacio un personaje más, o convierten al observador en protagonista; tal es el efecto envolvente de ambas poéticas.
Dos proyectos específicos
Llegados a este punto, me veo en la obligación de utilizar la primera persona para afinar en la descripción de los proyectos específicos que ambos artistas han realizado para Casa Sostoa.
Durante las primeras conversaciones con Miguel Gómez Losada se dieron abundantes coincidencias personales -esos lugares comunes, tanto artísticos como vitales, a los que antes me refería- que nos llevaron a pensar de forma conjunta. El pintor se ofreció a continuar su serie Casa familiar tomando como referencia mi propia casa. A ese punto le expliqué que mis verdaderos recuerdos, mi historia personal y familiar, se encontraban en realidad en la casa que hay al otro lado de la pared, la casa de mis padres, un piso gemelo y simétrico respecto del mío. Donde durante varias décadas se conformó la persona que soy. Con la connivencia de mi madre, Gómez Losada tuvo acceso a cada rincón del hogar y al album familiar, obteniendo así la materia prima específica que necesitaba para la serie Familia Alarcón Ramírez. Una secuencia de óleos de mediano formato, realizados en una fría gama invernal, que acaba componiendo una suerte de melodía de la memoria en la que han acabado entretejidos los recuerdos de Gómez Losada y los míos. Las piezas serán instaladas en una pared del estudio de Casa Sostoa, frontera física con la casa de mis padres, produciéndose un enigmático juego por el que asistimos a vislumbrar parte de lo atesorado al otro lado.
En el caso de Joaquín Peña-Toro, procedí a invitarlo a que plantease una instalación o intervención específica para el dormitorio de invitados de Casa Sostoa. Desde el principio el artista se mostró proclive a crear obra nueva para esta intervención, realizando así varias dibujos en papel que serán situados en el espacio merced a la instalación Sala de espera, enfatizando en la idea de que somos habitantes perennes de una sala de espera; esperando a que alguien llegue, que algo suceda, que se manifieste la vida. Por último, se colgará un pequeño dibujo en la cocina de Casa Sostoa, la pieza A bailar, que referencia esa reunión tras la reunión, cuando el grueso de invitados se ha marchado y se recoge junto a los más cercanos.
Casa Sostoa
Calle Héroe de Sostoa
Málaga