Torre Vella. Centre Cultural Salou

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En esta exposición en Salou como ganadora de la Séptima edición del Premi Salou de Recerca pictórica, Lola Berenguer nos ofrece una cuidada selección de su obra reciente. Artista perseverante y reflexiva se ha decantado por una abstracción muy personal a la vez intuitiva y rigurosa que evoluciona en una esforzada búsqueda de lo propio y lo esencial.
Dispone la autora de un amplio abanico de recursos conquistados en su sólida trayectoria que sabe utilizar y conjugar hábilmente en sus composiciones. Metódica en su trabajo, extremadamente pulcra en la factura, realiza series de obras análogas en las que introduce los mismos elementos (formas semigeométricas, líneas, circunferencias…) que se articulan entre sí de manera sólo aparentemente aleatoria. Las formas son recortadas y de perfil nítido, de colores planos o veteados parecen evocar patrones o retales sobrantes de los mismos y se distribuyen sobre un fondo neutro y espacialmente indefinido, a veces se superponen o yuxtaponen, crean contrastes y tienden a ocupar los márgenes respetando un cierto vacío central. El resultado, en el que dominan las tonalidades pálidas y transparentes, logra provocar una sensación de equilibrio y una engañosa serenidad, sin embargo, la mirada que se siente inmediatamente atraída por esa apacible armonía de los tonos suaves, se encuentra pronto atrapada en tensiones visuales intencionadamente no resueltas, en falsas perspectivas, sensaciones espaciales equívocas, sugerencias de tridimensionalidad y percepciones múltiples de formas que se desdoblan o que en ocasiones, como en la serie Concretoparecen desplegarse en el espacio. Esta inquietud implícita que reniega de la estética fácil se adentra claramente en lo poético en otras obras (Se volvió el aire, Hay un tiempo) en las que la línea se convierte en protagonista sin perder rectitud geométrica; quebrada, segmentada a veces en tramos curvos (desflecada en ocasiones en otras líneas breves que a modo de ramificaciones confluyen en ella o surgen de ella) se precipita verticalmente marcando múltiples ritmos laterales, sugiriendo recorridos a veces inconclusos, vías de escape, caminos de destino incierto. Sutiles metáforas de la pintura como territorio de exploración incesante, de la superficie de la tela como cartografía de la intimidad creativa, pausada e inquieta a un tiempo, y siempre abierta al encuentro de lo inesperado.
Raquel Medina de Vargas
Dra. en Història de l’Art
Crítica membre de AICA

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